lunes, 10 de abril de 2017

Sanciones en Terminal Marítima: la cultura del miedo




Durante el pasado mes han sancionado a dos compañeros de la Terminal Marítima con 30 y 45 días de empleo y sueldo respectivamente. Los motivos que argumenta la dirección para tan graves sanciones han sido falta de confianza en las labores encomendadas, negligencia, desidia y desobediencia a las órdenes de un superior.

Desde el Comité de Empresa se han presentado pliegos de descargo defendiendo la labor de nuestros compañeros y demostrando la buena fe en sus actuaciones. Esta buena fe es uno de los límites que se deben de tener en cuenta a la hora de sancionar, pues según los principios de la cultura equitativa declarados por la propia dirección,   castigar a quien actúa de buena fe puede tener graves consecuencias. Entre ellas la ocultación de acciones incorrectas o irregularidades en los procesos, que a su vez impiden la mejora o corrección de los mismos.

En contra de este principio equitativo, la dirección decide sancionar severamente a estos compañeros, continuando con una práctica que parece habitual en el departamento de Tanques. En este departamento, de hecho, se han abierto más de 15 expedientes en los últimos dos años, cifra que resulta muy desproporcionada en comparación con el número de expedientes abiertos en el resto de la refinería.
Esta situación se puede entender de varias maneras. En primer lugar, indica que la jefatura del departamento es incapaz de mantener unas relaciones de trabajo sanas, tal como se refleja en los resultados de la evaluación del riesgo sicosocial, que han sido muy deficiente en todo el departamento. En segundo lugar, estos expedientes encubren el incumplimiento de otras responsabilidades de la dirección, como son el deterioro generalizado de las instalaciones, las malas prácticas admitidas durante años y los errores en las inversiones.

Otra vertiente perversa de esta política tiene que ver con la aplicación unilateral de la justicia por parte de la dirección. Cuando se sanciona a alguien se le estigmatiza en la organización, y a pesar de que luego se pueda ganar en un juicio, nunca se repara el daño moral acarreado a la persona sancionada. Además, con esta política se genera un ambiente de tensión en un colectivo que ya está saturado de responsabilidades, y que se ve constantemente en la dificultad de elegir si actuar por norma o seguir las instrucciones de la cadena de mando, sabiendo que nunca se ha sancionado a la jefatura por su responsabilidad en hechos suficientemente graves que han venido ocurriendo hasta la fecha.

Antes o después tendremos que enfrentarnos como colectivo a esta deriva sancionadora. Pues estos abusos siempre comienzan por las personas más débiles y avanzan creando un clima de sumisión, incluso frente a actitudes claramente injustas. Por nuestra parte, acudimos una vez más a los juzgados para defender la labor de nuestros compañeros en estos casos concretos. Pero también os animamos a continuar observando estrictamente las normas y denunciar las irregularidades que afecten vuestro trabajo como forma de respuesta a esta cultura del miedo.

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